En el estudio, publicado en la revista Scientific Reports, los científicos buscaban determinar si el estado de ánimo de los humanos puede afectar a otras especies, pues estudios previos ya habían determinado que los individuos de la misma especie pueden reflejar los estados emocionales de los demás.

Para ello, los autores midieron durante varios meses los niveles de cortisol, una sustancia conocida como la hormona del estrés, tanto en los humanos como en los perros.

Ann-Sofie Sundman, del Departamento de Física, Química y Biología (IFM) en LiU y autora principal del estudio, señaló que tras analizar los datos, hallaron que «niveles de cortisol a largo plazo en el perro y su dueño estaban sincronizados: si los humanos registraban datos altos, sus mascotas también, y viceversa».

Los investigadores buscaban determinar si la actividad física del perro influía en los niveles de cortisol a largo plazo, por lo cual tomaron muestras de pelo de 25 collies y 33 perros pastores de Shetland, todos pertenecientes a mujeres.

Entonces, los datos mostraron que la actividad física en los perros no afecta el cortisol a largo plazo en su pelo, pero que los niveles registrados entre amo y mascota sí se sincronizaron.

«Sorprendentemente, no encontramos ningún efecto importante de la personalidad del perro en el estrés a largo plazo. La personalidad del dueño, por otro lado, tuvo fuertes consecuencias. Esto nos ha llevado a sugerir que el perro refleja el estrés de su dueño», señaló Lina Roth, también autora del estudio.

Ahora los científicos quieren determinar qué origina esta conexión y si tiene que ver con la raza de los perros.